Si es así, que pecaron de inexpertos, ingenuos y de poco previsores, nos corresponde a nosotros, los ciudadanos del mundo, comenzar a sentar las bases en nuestras organizaciones primarias (familia, oficina, grupo de amigos cercanos) del compliance social y estar preparados para una nueva catástrofe (que lamentablemente las habrá, llámense pandemia, terremoto o inundaciones). Autoimponernos normas y protocolos en base al tan ansiado bien común es clave. Los indolentes e inconscientes que se han ido a pasear a la playa y malls, que han comido en restaurantes o los que en cuarentena han organizado fiestas, no tienen cabida. Serán más que infractores. Son inhumanos y como tales deberán ser reconocidos y castigados.
Actores relevantes del compliance social deben ser organizaciones comunitarias como las juntas de vecinos, clubes de adultos mayores, organizaciones gremiales, sindicatos, fundaciones y todos aquellos que puedan ver más allá del valor meramente económico de las personas.
Esperemos que esta crisis sanitaria, social y económica, permita replantearse cómo las cosas se han venido haciendo y encontrar una manera más transparente, consciente y participativa de tomar decisiones y hacer las cosas. A todo nivel.
24 de marzo, 2020. Santiago de Chile.